Frente a la decadencia del poderío de España y Portugal, en el siglo XVIII, sus gobernantes -inspirados por las ideas de la Ilustración- emprendieron una serie de reformas. Uno de sus objetivos era asegurar un mayor dominio sobre las colonias de ultramar, su principal fuente de recursos.
Por eso, las reformas afectaron la organización administrativa, militar y económica de las colonias y también generaron tensiones y resistencias entre distintos grupos de la población local.
Una de esas reformas fue la creación del Virreinato del Río de la Plata, con capital en Buenos Aires, que tenía como objetivo lograr un mayor control de esta región en conflicto. A su vez, la rica región minera del Alto Perú pasó a estar bajo control de esta nueva unidad administrativa y el Río de la Plata se convirtió en la nueva ruta de salida legal de la plata. Esto significaba una importante restricción del poder de la elite de Lima, ante la cual, la Corona intentaba afianzar su autoridad.
Por último, al convertir a Buenos Aires en cabecera del Virreinato, se buscaba ejercer un mayor control sobre su actividad mercantil y frenar el problema del contrabando.
Este nuevo Virreinato abarcaba parte de los territorios que hasta 1776 habían estado bajo el control del Virreinato del Perú. A partir de su creación, el Virreinato del Río de la Plata abarcaría los territorios actuales de Bolivia, Paraguay, Uruguay, Argentina y norte de Chile.
Bibliografía consultada: Historia 2. América y Europa (siglos XV a XVIII). Buenos Aires, Tinta Fresca, 2015. Cap.11