A comienzos del siglo XIX numerosos factores pusieron de manifiesto la profunda crisis que sacudía al Imperio Hispano. América se lanzó a la revolución, participando del ciclo de las revoluciones que conformaron el mundo contemporáneo. Una revolución es un proceso de cambios profundos y generalmente violentos, que provoca la desaparición de un sistema de organización política, social, económica y cultural, dando lugar al surgimiento de nuevas instituciones y formas de vida. La revolución de Mayo que estalla en Buenos Aires, abrió el proceso que culminó con la desintegración del antiguo virreinato, la independencia política y la organización del Estado Argentino.
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Las guerras napoleónicas
El estado de guerra permanente en los primeros quince años del siglo XIX dio oportunidad al proceso revolucionario en América hispana. Francia (bajo el imperio de Napoleón) y gran Bretaña se disputaban el dominio de Europa y el mundo. España no pudo permanecer al margen de la guerra; su tradicional enemistad con Inglaterra y la diplomacia imperial, la llevaron a la alianza con Francia. La flota británica derrotó a la franco-española en Trafalgar. España perdió lo mejor de su flota y no pudo asumir la defensa de sus posesiones; América quedó librada a sus propias fuerzas, iniciando el camino hacia la independencia.
Independencia de Estados Unidos y sus proyecciones
Las trece colonias británicas de América del Norte iniciaron el proceso de emancipación de América al organizar el primer estado derivado de la colonización europea. La Declaración de la independencia, proclamada el 4 de julio de 1776, se fundamentaba en las nuevas ideas del siglo XVIII, proclamaba el derecho de los pueblos a resistir el despotismo y cambiar “sus antiguos sistemas de gobierno”. España apoyó a los rebeldes americanos con el objetivo de perjudicar a Gran Bretaña, sin advertir que contribuía a difundir el modelo en sus propias colonias.
La Revolución francesa
Fue un estallido revolucionario que marcó el fin de la monarquía absoluta y del principio de la legitimidad que fundamentaba la autoridad de los reyes en el derecho divino. Difundió la doctrina de la soberanía popular y los principios de libertad, igualdad, fraternidad, seguridad individual. La Declaración universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, tuvo gran repercusión entre los jóvenes de la burguesía criolla.
La revolución industrial
La revolución industrial consistió en una serie de cambios económicos producidos a partir de la invención de la máquina de vapor y el surgimiento de las fábricas, que originaron profundas transformaciones en el mundo contemporáneo.
Se inició en Gran Bretaña en el siglo XVIII. En la primera etapa afectó a la industria textil y minera; en el siglo XIX se extendió a los transportes. Se caracterizó por acelerar el proceso de elaboración de productos, incrementar la producción en serie y reducir costos. La producción inglesa superó a la demanda: el futuro de la industria pasó a depender del mercado externo. Gran Bretaña vio, en la desintegración del Imperio hispánico, la oportunidad de lograr nuevos mercados para incorporar a su sistema económico. Alentó los movimientos revolucionarios, desprestigió el monopolio español y difundió los principios del librecambio. Londres fue el lugar de encuentro de los americanos dispuestos a trabajar por la emancipación.
Influencia de las ideas ilustradas
Se había desarrollado en América un sentimiento incipiente de nacionalidad, una identidad americana y, con ello, crecientes aspiraciones de libertad. En la conformación de estas aspiraciones puede descubrirse el impacto de la independencia de las colonias de Norte américa (1776), que demostró que la libertad era posible y brindó un modelo por seguir. La circulación de las ideas de la Ilustración y la Revolución Francesa acercaron el concepto de soberanía popular, “el pueblo tiene el derecho de elegir a sus gobernantes”. La influencia de estos pensamientos se concentró entre las élites criollas de las ciudades.
Las postergaciones políticas y económicas de los criollos.
Cuando en el siglo XVIII la nueva dinastía de los Borbones intentó reforzar el control de sus colonias, el malestar entre los americanos creció rápidamente. Fue surgiendo un fuerte sentimiento de rivalidad entre españoles y criollos. Entre estos últimos creció la aspiración de gobernarse a sí mismos. Los altos cargos de gobierno (virreyes, oidores, gobernadores) en general estaban reservados a los españoles. Los criollos sólo podían ocupar puestos de menor importancia.
El desarrollo de las economías regionales americanas se veía detenido por el sistema colonial. En primer lugar, la metrópoli desalentaba el desarrollo industrial de las colonias para poder venderles sus productos manufacturados. Además, con algunas modificaciones, mantuvo el sistema de monopolio comercial. Sin embargo, los criollos habían visto que obtenían grandes beneficios con el contrabando sin el control español.